No me acuerdo cuando escribí por última vez. Más bien, no me acuerdo cómo estaba esa última vez. Igual calculo que era esa época gris, que había que pasar y no sabía cómo ni creía poder hacerlo. Pero acá me ves. Le escapé al fuego que ya dejó de quemar.
Y ahora, a diferencia, escribo porque me desbordan las ganas. Ganas, ganas.
Cuántas ganas!
