viernes, 5 de junio de 2009

Es algo difícil de explicar, pero quizás lo que está perdido es lo que buscamos. Después de llevarlo y traerlo, se cayó. Y se encuentra a la deriva por los caminos recorridos. Y al repasar los pasos, el destello más pequeño nos hace fijar la mirada en busca de aquello perdido. Al acercarnos, lo vemos y nos desilucionamos por no resultar ser lo que, nuevamente, seguiremos buscando. Pero en lugar de continuar, volvemos a fijar la mirada para certificar que no se nos esté pasando algo por alto. Lo damos vuelta, lo observamos de distintos ángulos, quizás hasta probemos si supliría lo tan preciado perdido oportunamente. ¿Será ese el momento en que nos lamentamos por lo que ya no tenemos? ¿O será que siempre lo valoramos pero en el momento de no estar es cuando nos desesperamos por encontrarlo? A mi denme la segunda opción: el día que busque algo que tengo, "se me habrán desalineado los patitos" (como me dijo hoy una compañera de trabajo).
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Y, lógicamente, lo que buscamos es irremplazable, pero si nos topamos con algo que pueda ocupar el lugar vacío, seguramente sigamos caminando, convenciéndonos de estar completos... ¿Pero no irías con la mirada hacia abajo?
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¿Vos sabés dónde quedan los mejores besos que diste?
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dije más de lo que escribí
para vos y para mí.

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